miércoles, 20 de mayo de 2015

Martes



Llegas a casa y cuando abres el buzón, te encuentras una montaña de propaganda electoral. Y te preguntas por qué han tenido que talar tantos árboles, para que acumulemos basura. Cuando tienes tu propia manera de pensar, no te dejas llevar por las promesas vacías de tantos políticos besa-niños achucha-abuelas y salva-patrias pirómanos. Ni unos ni otros. Y entras en Facebook o Twitter y te encuentras más de lo mismo, pero escrito por gente que conoces. Peor aún. "Estos son nuevos, angélicos libres de pecado" o "estos otros tienen experiencia y nos va a ir super bien, como siempre" y ya, rizando el rizo "están desintegrándose, pero hay que confiar en ellos". Y todo eso no me sirve para nada. Es cháchara. Votar a una momia o a un jovencito, o a un candidato que propone volver al circo romano, o a un intelectual alejado del resto de los mortales. Votar o no votar, ese es el dilema... Votar sabiendo que nos van a defraudar, que todo son buenas palabras de cara a la galería y acusaciones terribles entre ellos en los debates electorales. Momias, damas de hierro, desconocidos, más de lo mismo... esto es lo que la política nos trae en este país. ¿Y si emigro a otro planeta?